AUTOR: José Antonio Abellán Baños, es Criador de Canarios, Fauna y Exóticos, y aspirante en aprender más cada día. http://www.aviarioabellan.com
El Cardenalito silvestre de Venezuela, Carduelis cucullata, tiene unos genes fuertes, estables y poco propensos a las mutaciones o variabilidad genética en su hábitat natural. La prueba la tenemos en que no hay noticia de mutaciones surgidas en estado salvaje. Aunque, debido a la caza masiva por parte de los lugareños, bastante hay que dar gracias, de que hayan resistido sin desaparecer, pequeñas agrupaciones diseminadas por las regiones de Venezuela, y en la Guayana, limítrofe con la selva brasileña.
La única mutación que tengo información de que haya surgido en pureza en la cría domestica de los Cardenalitos, sin la intervención de otras especies, es la bruna. Pues como ocurre en todas las variedades de pájaros silvestres, es la primera en fijarse por la similitud con la ancestral negro-bruno, pasando casi desapercibida para los posibles depredadores, gracias a la poca diferencia de fenotipo entre el color negro y el bruno oxidado.
Debido a la afinidad genética del lúgano europeo, Carduelis spinus, con las 18 especies de Carduelis americanos, tenemos los criadores de fauna y exóticos, un taller de trabajo genético en donde traspasar y sumar distintas mutaciones, ya que, al contrario del Cardenalito, el lúgano europeo es muy propenso a fijarlas en estado salvaje y en domesticidad. Como consecuencia de ello, se da la oportunidad a los investigadores genetistas, de jugar con las distintas combinaciones de fenotipos y colores.
A finales del siglo pasado, los criadores españoles de Carduelis, estábamos en desventaja ante el arte y la imaginación de los criadores europeos, en especial belgas e italianos, que contaban con mejores medios de accesorios y alimentación, ayudados por un nivel de vida superior y una cercanía geográfica, que facilitaba el intercambio de experiencias y pájaros. En referencia a los Cardenalitos en particular, los más adelantados, han sido los criadores italianos, y por ello, los españoles que estábamos interesados en introducir mutaciones a nuestros Cardenalitos clásicos, no nos quedaba otra opción, que viajar a Italia en busca de las primeras mutaciones.
Cuando no existían los GPS y los medios digitales estaban poco desarrollados, viajé varios años con el coche en compañía de mi maestro, Rafael Martinez de Callosa del Segura, para poder traernos unos pocos Cardenalitos mutados, con los que ampliar los diferentes colores entre nuestros Carduelis, sobre todo, de un criador especialista de Verona, Fabio Peretti, que ya disponía de algún Cardenalito bruno, ágata, isabela, y diluidos en simple y doble. Fabio era un criador muy meticuloso con la alimentación y con visión de futuro, y su criadero estaba compuesto por diferentes parejas de Carduelis sudamericanos y luganos europeos mutados, con los que intentaba traspasar mutaciones entre ellos. De hecho, las primeras hembras de Cardenalito en isabela, y algún macho -inalcanzable por su precio en esos años-, estaban en su criadero en exclusiva.
Tanto mi maestro Rafael Martinez, como yo, solo podíamos alcanzar a comprar alguna hembra isabela, con la que hacer portadores, y empezar en esa línea. Ver el criadero de Fabio Peretti, y los intentos válidos y fallidos, nos valió de experiencia para adelantar años de trabajo. Por tanto, está claro, que hace años, como también ocurre ahora, la mejor llave para abrir la dura coraza genética del Cardenalito, es nuestro prolífico lúgano europeo. Especie responsable de que tengamos muchas mutaciones fijadas ya, en los Carduelis americanos y Serinus domésticos.
Más reciente, otro Carduelis más cercano al Cardenalito de Venezuela, como es el Cabecita negra, Carduelis megellanica, también está aportando otros nuevos colores, como el topacio, y los ojos rojos, de transmisión genética autosómica recesiva.
La mutación bruno transforma la oxidación negra en un tono marrón oscuro, no alterando la poca feomelanina presente, ni el lipocromo rojo original. El comportamiento genético del gen responsable de la expresión de esta mutación, es ligado al sexo, y recesivo con respecto al color clásico.
La apariencia final en el fenotipo de un Cardenalito bruno homocigótico, es muy similar a la de un clásico, y solo la vista experta y la comparación entre ambos -bruno y clásico-, marca las pequeñas diferencias del tono de la oxidación. Un Cardenalito bruno portador de isabela o de topacio, manifiesta en su fenotipo una menor oxidación con respecto a un bruno puro. En el bruno de sexo hembra, es más visible la diferencia de la tonalidad, y no es tan fácil confundirse, debido al tono marrón del manto de la espalda y remeras. La menor presencia del lipocromo mosaico (dicromatismo), deja en más partes del cuerpo presente la desnudez de la melanina bruna oxidada.
Las partes córneas de ambos sexos, y en especial el torso de la pata, es una referencia importante para aclarar dudas entre Cardenalitos con fenotipos parecidos. Aunque el bruno presenta menor oxidación en las partes córneas que un clásico, aún le quedan residuos melánicos en la punta del pico, escamas de las patas, dedos y uñas.
El gen responsable de la mutación ágata está alojado (locus) en el segmento diferencial del cromosoma sexual Z, y, por tanto, decimos que está ligado al sexo. Por otro lado, es recesivo con respecto al color clásico.
Es uno de los fenotipos más bonitos del Cardenalito, pero se trata de una mutación poco extendida, pues solo los criadores expertos la saben valorar, ya que un macho ágata homocigoto, también se parece un clásico, y solo la diferencia de un mayor brillo en el lipocromo, y las partes córneas totalmente claras, ¡más que en el bruno!, lo delatan como mutado.
En la hembra ágata, es más fácil no equivocarse, pues la reducción producida en el negro- bruno y feomelanina, le hace tener la espalda más azul, y un pecho y costados (flancos) más blancos. Aunque alguna hembra ágata, tiene similitud fenotípica en espalda y remeras con las hembras de dilución simple menos feomelánicas, que provienen de cruces de negros con ágatas. Si nos fijamos en el contraste de la nula oxidación en patas y pico del sexo ágata, nos valdrá de referencia para diferenciarla de la de dilución simple, que tiene las partes córneas con algo de oxidación.
La poca diferencia fenotípica en la oxidación de la melanina negra del plumaje de un macho clásico heterocigoto -que hay más de los que nos pensamos- con uno ágata homocigote, ha hecho que muchos criadores de Cardenalitos, opten por llamar ágata, al que realmente es un ágata diluido, y criar seleccionando esa suma de dos diluciones de la melanina, ya que la mutación diluida, respeta más la oxidación innata del color ágata que la negra de un clásico, y, por tanto, al no diluir la simple dilución como era de esperar el color ágata, el fenotipo obtenido es muy bello, y más evidente su diferencia con el color clásico, siendo esta suma más demandada y vendida que los ágatas homocigotos.
Es lógico, que cuando hablamos de cualquier mutación o alteración de fenotipo, lo que quiere el criador novato que busca novedades, y por supuesto el juez que tiene que apreciar y poner nombre a las diferentes mutaciones surgidas en los Carduelis, es que se manifiesten unas características fenotípicas inequívocas y diferenciales con cualquier otro ejemplar de su especie, ya sea clásico o mutado.
Es uno de los fenotipos conseguidos en el Cardenalito más bonitos y diferentes con respecto al color clásico. Sin embargo, algunos genetistas no lo consideran una mutación pura, por haberse conseguido al cruzar un bruno con un ágata, siendo realmente una recombinación de genes que produce el famoso “passe-partout”, es decir, hijos machos color clásico pero portadores de bruno, ágata, e isabela. A pesar de ello, no deja de ser un color espectacular y apreciado por su diferencia con el resto de colores del Cardenalito.
Lo que realmente se valora, tanto en los criadores, como jueces que tienen que aplicar un estándar de enjuiciamiento, son los fenotipos, y no los genotipos. Por ello, el color isabela es considerado para todos los efectos como otra mutación, una vez que se transmite como un factor ligado al sexo, y recesivo con respecto al color clásico, bruno, y ágata.
Cuando conseguimos por primera vez una hembra isabela, de un macho clásico portador de todo (passe-partout). Esta hembra mutada tiene el tono isabela más oxidado que las sucesivas generaciones de cruces de isabela x isabela, o de ágata x isabela. Por ello, una vez tengamos una hembra isabela, lo mejor, a ser posible, es cruzarla con un macho ágata, en ausencia de un macho isabela – más difícil de conseguir y más caro, pues el tono conseguido en el isabela resultante del cruce con ágata, es más bonito por la menor oxidación y presencia de feomelanina, que el tono derivado de los descendientes de clásicos y brunos.
El lipocromo rojo de los isabelas, es más luminoso que en los brunos, y las partes córneas serán de color carne, con un pequeño grano de arroz melánico en la punta del pico. Cuando la hembra isabela es cercana a los Cardenalitos más oxidados, clásicos o brunos, la capucha de la cabeza es más oscura y en la nuca se le corta muy visible con el lipocromo, afeando por el contraste y siendo motivo de penalización.
A la hembra isabela, se le tiene que apreciar un poco de diseño dorsal entre las zonas de lipocromo rojo, por la menor presencia de lipocromo debido al dicromatismo, en contraposición con la ausencia de diseño dorsal de un macho isabela; y la oxidación de cola y remeras será de color vainilla, más oxidado que el tono que estamos acostumbrados a ver en los canarios isabelas.
Al macho isabela se le aprecia con claridad el corte del capuchón de la cabeza con el resto del lipocromo del cuerpo, y no presenta diseño eumelánico en la espalda, que queda inundado de manera uniforme, por la gran presencia de lipocromo rojo. El capuchón de los machos isabela, puede ser de diferentes tonos de oxidación, según se haya empleado para el resultado final un Cardenalito clásico portador, o bruno y ágata portador de isabela, incluyendo el apareamiento de isabela x isabela, menos corriente por su dificultad y coste.
Cardenalita isabela diluida.El lipocromo de un isabela macho tiene que expresar el máximo de brillo, uniformidad, y pureza, por lo que es necesario que haya comido pigmento desde la fase de pollo y con regularidad, ya que, por lo normal, la muda de los Cardenalitos es más larga que la de los canarios. Un macho isabela, es el sumun de la dificultad en las mutaciones de los Cardenalitos. Para mi, el color más bonito hasta ahora conseguido, y si, además, se le suma el factor diluido, tendremos un ejemplar único.
Es la primera mutación no ligada al sexo que se ha fijado en los Cardenalitos. De comportamiento genético autosómico dominante, pero llamado técnicamente de “dominancia incompleta”, al poder manifestarse este gen en heterocigosis -simple factor- y homocigosis -doble factor-.
Fue traslada al Cardenalito a través del lúgano europeo, por un ejemplar de captura mutado silvestre, y una vez aceptada por el Carduelis cucullata, se ha utilizado por su importancia para hibridar con canarios domésticos, e intentar pasar ese nuevo color a los canarios, a través de F-1, y R-1, y aunque fue bautizada en los inicios por los jueces expertos italianos como Amatista, no ha resistido el desgaste de los años de trabajo necesarios para fijarla en el canario, y no se presentó a reconocimiento por los jueces OMJ/COM; siendo esa misma mutación diluida proveniente del lúgano, pero empleando el Cabecita negra como especie puente hacia el canario, la que sí ha triunfado en las duras pruebas de reconocimiento, llegando a considerarse como otra mutación nueva española, bautizada con el nombre de Jaspe.
El fenotipo del Cardenalito en heterocigosis, simple dilución, presenta todavía algo de oxidación, aunque esta reducción melánica, parecida al antiguo factor pastel ligado al sexo, sea de manera uniforme por todo el fenotipo -plumaje y parte córneas-. Reduce en todo el plumaje la oxidación melánica, y no empuja los melanocitos al extremo de las plumas, como ocurre con la mutación pastel ligada al sexo. Muchos criadores italianos y europeos lo siguen llamando “pastelo”, pero mal definido, ya que el el factor pastel ligado al sexo, realmente, aún no se ha fijado en el Cardenalito de Venezuela.
La capucha negra del Cardenalito clásico macho, queda reducida en su oxidación a la mitad, pero sin perder los límites con el resto del cuerpo inundado de lipocromo. Lo mismo ocurre con las plumas del ala y cola, que aunque reducida su oxidación, siguen marcando los límites entre la melanina y el lipocromo. La dilución melánica no afecta al lipocromo, ni a la feomelanina, por lo que ambos caracteres quedan más visibles por la menor oxidación de la melanina negra.
Las partes córneas presentan restos de oxidación, sobre todo en la punta del pico y en las uñas, quedando las patas y dedos, de un tono más claro que en un Cardenalito clásico.
Los Cardenalitos con este gen diluido en homocigosis, llamados doble dilución, presentan una fuerte reducción de los pigmentos más oscuros, como el negro y bruno, y respetan más las melaninas diluidas anteriormente como el fenotipo ágata y el isabela. Afecta a las zonas de oxidación del plumaje y partes córneas, y no altera el brillo del lipocromo, ni la feomelanina si la hubiera.
Es curioso el observar a un Cardenalito macho negro doble dilución, mostrando con claridad el comportamiento del factor diluido con toda su fuerza, al hacer desaparecer la melanina negra del capuchón, y de las remeras y timoneras, mientras que el lipocromo rojo queda más visible al no ser atacado ni alterado, sin cruzar los limites innatos fijados en la especie. Por el contrario, a la hembra clásica doble dilución, por tener menos lipocromo por la espalda y flancos, se le aprecia más la poca oxidación respetada, mezclada con algo de feomelanina, más presente en las hembras de esta especie.
El factor simple y doble dilución se puede sumar en los Cardenalitos a cualquiera de las cuatro melaninas “tipo base” que hemos definido en los canarios, dando fenotipos diferentes y bonitos, pero por su posible extensión y muchos fenotipos, merece la pena ser desarrollado en otro artículo.
Es una de las mutaciones más recientes aceptadas por el Cardenalito, y ha sido traspasada a través del Cabecita negra, Carduelis magellanica. Una de las pocas que parece haberse fijado primero en el Cabecita negra, y por su afinidad genética, se esta transmitiendo a otros Carduelis.
El comportamiento genético también es novedoso, por ser autosómico recesivo.
Aunque el Cardenalito la ha aceptado hace años, no está muy extendida, por la poca demanda debido al fenotipo poco espectacular, y su semejanza con el color bruno. Opinión que pienso, comparten conmigo muchos criadores, pues el Cabecita negra topacio si está muy extendido, e incluso el topacio diluido es muy bonito, quizás porque a esta mutación le queda mejor el lipocromo amarillo.
Con el factor topacio el capuchón negro del Cardenalito pierde oxidación y brillo, igual que las zonas ocupadas por melanina, como alas y cola. Las partes córneas pierden toda oxidación, quedando pálidas, más claras incluso que en el bruno y ágata.
El lipocromo, por el contrario, si gana algo de brillo, por la menor oxidación, mientras que el ojo, que debería ser más rojo cuando el factor topacio muta a un Cardenalito negro, no es apreciable en el iris del ojo.
FOTOS MUTACION SILICE: PROPIEDAD ALEX PANFINI
Proviene del cabecita negra y la última en hacer su aparición, se trata de otra mutación autosómica recesiva.
Está mutación elimina toda melánica del plumaje e incluso la del iris, viéndose un llamativo color rojo en los ojos de estos ejemplares.
Los ejemplares dejan ver toda la expresión del lipocromo presentando un rojo eléctrico nunca antes visto, las hembras combinan este rojo con un fondo blanco bastante limpio, muy parecido a un Isabela dd, lo que hace que el contraste sea más llamativo incluso que en los machos
FOTOS MUTACION RUBINO: PROPIEDAD HUGO SANT'ANA
RAÚL ALBORNOZ LÓPEZ 3F87 (FOA) y JU32 (FOCDE)
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